¿Por qué no partido-movimiento?
Por: Jaime Ornelas Delgado
El proceso electoral que culminó con la jornada del 1 de
julio de este año, permitió a miles de ciudadanos hartos de un régimen político
tramposo, corporativo, opaco y profundamente antidemocrático, ver a la
izquierda como opción real de gobierno.
A lo largo de ese proceso, con el propósito de promover
el voto y construir la estructura necesaria para defenderlo, surgió el
Movimiento de Regeneración Nacional (Morena), que si bien se crea como
estructura eminentemente electoral, muy pronto debido a la falta de
representatividad de los partidos, a su evidente crisis de principios y a la
desconfianza que provocan entre los ciudadanos, paulatinamente se convirtió en
un movimiento social que rebasó, con mucho, las expectativas con las que se
creó. Para empezar, Morena atrajo a muchos ciudadanos sin partido, así como a
otros más que se iniciaban su participación política y aun fue capaz de atraer
a otros que provenían de antiguas militancias y que no habían encontrado una
organización donde reflexionar colectivamente sobre la situación del país y
actuar junto a miles más en pos de un objetivo común.
Las formas de resistencia emprendidas para enfrentar un
proceso electoral fraudulento, fueron constituyéndose en los antecedentes
indispensables para convertir a Morena en uno de los puntales del movimiento
social emergente en México, superando, así, la negligencia de los partidos
políticos, y en algunos casos su franca traición como imponer la alianza
electoral con el PAN creando con ello mayor desconfianza y confusión entre el
electorado respecto de los principios éticos de la izquierda y sus partidos.
Asimismo, el trabajo político electoral de Morena logró sumar las voluntades de
miles de ciudadanos y eso es invaluable y no debe perderse.
Pero de la misma manera que se requiere sostener un
movimiento fuerte, amplio y plural, con una estructura horizontal que aliente
la iniciativa ciudadana, es preciso construir un partido político como brazo
electoral del movimiento y permitir a los miembros de Morena acceder a los cargos
de representación popular y de gobierno evitando con ello que su fuerza
beneficie a quienes simulan su militancia en la izquierda, o que se vea en la
necesidad de subordinarse a los partidos y que éstos se apropien de los
espacios de representación a los que legítimamente pueden aspirar los
integrantes del movimiento social.
En fin, hoy en México Morena y un partido político que la
represente en la política electoral, de ninguna manera son disyuntivos, sino
complemento indispensable en la lucha por la transformación del país. El
movimiento por el movimiento mismo, sin la expectativa de tomar el poder o sin
saber para qué tomarlo, es inútil, como inútil es un partido alejado del
movimiento social que lo sostenga e impulse.
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