viernes, abril 06, 2012

Ante la pobreza, no a las frivolidades : Julio Pimentel Ramírez


Julio Pimentel Ramírez

Ante la pobreza, no a las frivolidades


A unos cuantos días de iniciada la etapa formal de las campañas electorales se abre un breve receso, obligado por las festividades religiosas de la Semana Santa, que por un lado da un respiro a los ciudadanos bombardeados por la difusión mediática de las actividades políticas de los candidatos presidenciales –insulsas y erráticas las de algunos de ellos- y a éstos les da unas horas para que reflexionen y hagan ajustes a sus estrategias electorales.


Lo sucedido hasta ahora nos muestra a una Josefina Vázquez Mota con “mareos” físicos y políticos, a un Enrique Peña Nieto afanándose por cuidar su imagen de galán de la telenovela que podría llamarse “Copetudo dinosaurio regresa a Los Pinos”; a un intrascendente Quadri, que no puede separarse de la sombra perversa de la maestra Gordillo, preocupado vanamente por llamar la atención con “novedosas” declaraciones y, finalmente, un Andrés Manuel López Obrador que se esfuerza por dotar de contenido sus actos políticos, al tiempo que en diversas entidades enfrenta actitudes oportunistas de sectores de la izquierda electoral.


Mientras esto sucede en una lid electoral que aún nos depara muchas sorpresas, pues se confrontan dos posiciones políticas (la de la continuidad con modificaciones secundarias, representada por el PRI y el PAN; y la del Movimiento Progresista, a pesar de sus contradicciones internas), es necesario exponer las cuestiones fundamentales que debe enfrentar el país en los próximos años.



Si bien los problemas nacionales son complejos, se entrelazan y se condicionan mutuamente, no es exagerado subrayar que en el centro de la crisis se encuentra la pobreza de un elevado porcentaje de mexicanos (según diversas fuentes, entre 60 y 80 millones de compatriotas padecen un presente lamentable y su perspectiva es la de un futuro sombrío), mucho de los cuales pasan a formar parte del “ejército de reserva” no solamente del capital sino también de la delincuencia y del llamado crimen organizado.


Entre 2001 y 2011, es decir con los gobiernos panistas, el crecimiento del producto interno bruto (PIB) de México a duras penas alcanzó una tasa promedio anual de 1.9 por ciento, lo que ha constituido una limitante para el desarrollo nacional, con implicaciones negativas en bienestar, productividad, competitividad y equilibrio social. El magro crecimiento económico revela un escenario desfavorable en el desempeño de variables estratégicas de desarrollo ulterior como inversión, consumo privado, empleo y salarios.


La precaria situación del mercado laboral constituye una de las consecuencias más graves del escaso crecimiento económico y que a su vez tiene fuerte impacto en el incremento de la pobreza. En este sentido, no únicamente la desocupación y sus condiciones críticas han dado cabida a una mayor marginación; la caída del poder adquisitivo (considerando el índice oficial de precios de la canasta básica) ha sido otro factor determinante.


En términos reales, no se ha recuperado el poder adquisitivo del salario mínimo. En la actualidad, solamente representa 23 por ciento de lo que constituyó a mediados de la década de los años 70; más aún, entre 2000 y 2011 tuvo un retroceso adicional de 4 por ciento. Aún más delicado es que, de acuerdo con el Coneval, entre 2006 y 2011 el ingreso per cápita promedio real disminuyó 25 por ciento cuando la comparación se realiza mediante los precios de la canasta básica.


Una consecuencia natural del bajo crecimiento económico y del deterioro en el poder adquisitivo es el aumento en el número de personas pobres. Según la medición de pobreza por ingresos, entre 1992 y 2010 el número total de pobres aumentó 25 por ciento, contabilizando 57.7 millones de mexicanos afligidos por este problema, cifra superior a la registrada hace casi 20 años, cuando se registraron 46.13 millones.


Entre 2006 y 2010 la pobreza ha crecido de manera sostenida, siendo la parte más delicada, la pobreza alimentaria: un incremento de 44 por ciento a nivel nacional, 80 por ciento urbano y 26 por ciento rural. La pobreza por ingresos en México supera incluso la población entera de varios países, por lo que el ejército mexicano de pobres no puede ser ignorado.


Esta situación de pobreza tiene una vinculación directa con el aumento de la inseguridad en el país. La realidad cotidiana y estadísticas diversas dan cuenta del incremento de delitos, sobre todo los de alto impacto. La impunidad, la falta de investigación ministerial adecuada, entre otros factores dificulta conocer con precisión el origen socioeconómico de los más de 60 mil ejecutados y 10 mil desaparecidos, pero no es exagerado afirmar que gran parte de ellos son jóvenes de escasos recursos, excluidos del desarrollo.


El incremento de la pobreza extrema, que asuela ya a 15 millones de mexicanos, se ha convertido en un hecho incontrovertible, ante el cual las políticas públicas poco han podido hacer. El problema de la desigualdad social, pobreza profunda y extensiva por una parte y su complemento, la riqueza desmedida concentrada en unos cuantos, solamente será superado por un cambio de modelo económico, algo que no podrán hacer quienes, como el PAN y el PRI, lo instrumentan y están dispuestos a acelerar medidas privatizadoras pendientes. Andrés Manuel López Obrador y su proyecto alternativo de nación significan la posibilidad de transitar por la senda de la verdadera transformación social.

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