jueves, marzo 08, 2012

La guerra sin fin : Ricardo Monreal Avila




La guerra sin fin
Ricardo Monreal Avila


El Instituto para la Investigación de Conflictos de Heidelberg (HIIK), Alemania, difundió el mes pasado su informe sobre las regiones conflictivas en el mundo durante 2011. Señala que desde el fin de la Segunda Guerra Mundial no había tanta violencia en el planeta.
En 2011 hubo 20 guerras en todo el mundo, la cifra más alta desde 1945, indicó el HIIK, frente a las seis de 2010 y las 16 guerras de 1993, el anterior máximo histórico.
Además de las guerras iniciadas en Medio Oriente y África a raíz del estallido de la Primavera Árabe, el informe califica de guerra los enfrentamientos entre el Estado y los cárteles de la droga en el noreste de México. De hecho, el estudio menciona que México fue el país con mayor violencia en América Latina durante 2011.
En América Latina los conflictos se concentran principalmente en México, con los choques violentos entre cárteles y de cárteles con el Estado; en algunos puntos de América Central; y en Colombia, por culpa de la droga, la guerrilla y los paramilitares, donde el informe habla de una “crisis severa”.
Recordemos que la “guerra contra el crimen” declarada por Felipe Calderón hace más de cinco años, y que lleva el récord de más de 50 mil muertos, 8 mil desaparecidos y 600 mil desplazados, tuvo precisamente su pico más alto el año pasado.


El estudio del HIIK documenta, además de México, 38 “conflictos muy violentos”, es decir, incidentes con uso masivo de la violencia y consecuencias graves. La mayor parte de la violencia se concentró en 2011 en conflictos internos, sobre todo en regiones de Medio Oriente y África. “Vemos que allí hay un alto potencial de nuevas escaladas de violencia”, señaló Christoph Trinn, presidente del instituto (El Universal, 24 de febrero 2012).
Las tres guerras nuevas en Medio Oriente son las de Yemen, Siria y Libia, enmarcadas en la Primavera Árabe, apunta el informe, que advierte asimismo sobre el prolongado enfrentamiento que se vive en Nigeria y la intensificación del conflicto en Sudán.
El barómetro de conflictos destaca que el conflicto en el País Vasco ha descendido hasta “no violento” tras el anuncio de la banda terrorista ETA de un alto el fuego permanente en octubre. Por el contrario, el instituto vio una estabilización en las guerras de Afganistán y Pakistán contra los talibanes.
Para tener una idea de la magnitud de la guerra irregular y de la violencia asociada que estamos viviendo en México, procedemos a comparar algunos indicadores de México y otras naciones En Irak, la guerra que libran los grupos militantes sunitas costaron la vida a 4 mil personas en 2011, apuntó el indicador del HIIK. En México, la cifra de ejecuciones extrajudiciales rebasó las 10 mil personas.
En la región sudanesa de Darfur huyeron entre diciembre de 2010 y abril de 2011 alrededor de 180 mil personas a causa de los combates entre las tropas del gobierno y diversas agrupaciones rebeldes, reportó el instituto. En Somalia, la guerra entre fuerzas del gobierno y las agrupaciones Al-Shabaab y Hizbul Islam se agudizó por el hambre en el Cuerno de Africa, de forma que el número de refugiados aumentó en 2011 a 330 mil dentro del país y 286 mil somalíes que huyeron a naciones vecinas. En México, la cifra de desplazados por la situación de violencia e inseguridad rebasa las 600 mil personas. Sólo el año pasado se estimó en más de 100 mil.
Además, en 2011, concluye el reporte, se registraron 115 disputas (frente a las 95 de 2010), 87 crisis no violentas (frente a las 108 del año anterior), 148 crisis violentas (frente a las 139 de 2010) y 18 guerras limitadas (frente a las 22 del año anterior). La mayoría de estos conflictos tienen causas ideológicas, de poder nacional, recursos o predominio subnacional, según el estudio del HIIK.
De hecho, de los conflictos que monitorea el HIIK y otras agrupaciones civiles como la “Casa de la Paz”, destacan que México es el único país en el mundo que busca combatir la criminalidad y las drogas mediante estrategias bélicas o de enfrentamiento punitivo. La mayoría de los países enfrentan estos problemas con estrategias no intrusivas, operaciones quirúrgicas de inteligencia, operativos controlados de seguridad y, en la totalidad de los casos, con fuerzas civiles no castrenses. México es, pues, el único país que busca terminar con el cáncer de la delincuencia utilizando el hacha y el serrucho, o que busca eliminar a escobazos las colmenas de abejas africanas o asesinas.
En los años recientes México ha experimentado una explosión de la violencia homicida en formas inéditas e inimaginables en la historia contemporánea, forzando al gobierno a acciones extraordinarias y no siempre claramente concertadas con otros actores gubernamentales y sociales.
En algunas situaciones y regiones del país el orden público y la paz social se han visto profundamente afectadas y la estabilidad política y social se ha visto comprometida.
La seguridad personal, la integridad física y de los bienes de las personas, de los valores de muchas empresas y de ciudades y regiones enteras del país no está garantizada actualmente por el Estado. Muchas instituciones del Estado están comprometidas en este desastre (siendo las policías locales el ejemplo más trágico) y ninguna está aislada o al margen de los peligros y riesgos de infiltración y corrupción.
Comunidades enteras del país han sufrido por la violencia homicida, como también han sido victimizadas por las actuaciones ilegales y violatorias de policías y del Ejército mexicano.
Si bien no podemos hablar aún de una crisis humanitaria o de un Estado fallido, la seriedad de la situación nos obliga a reflexionar responsablemente sobre el curso actual de la violencia, sobre la actuación y retos de los órganos de seguridad y procuración de justicia del Estado y, sobre todo, del papel crítico de la actual estrategia de combate al crimen.
El gobierno federal no ha producido todavía los resultados que nos permitan pensar en un escenario optimista. En síntesis, el futuro del país está en riesgo; en consecuencia, se requiere de un programa de acción emergente que considere responsablemente la necesidad de tener un diagnóstico y una prospectiva integral del combate a la delincuencia.
En este sentido, destaca la propuesta que el candidato de las izquierdas a la Presidencia de la República, Andrés Manuel López Obrador, formuló recientemente al vicepresidente de los Estados Unidos, Joe Biden, en su reciente visita a la Ciudad de México. En materia diplomática, sí a la cooperación, no a la subordinación; sí a la interdependencia económica, no al colonialismo; sí a la colaboración para la seguridad, no a la ocupación parapolicial; sí a la conciliación histórica, no al avasallamiento político; más cooperación para el desarrollo económico, menos colaboración militar para tener no sólo un país más seguro, sino ante todo un continente menos violento, más pacífico y más democrático.

ricardo_monreal_avila@yahoo.com.m
Twitter; @ricardomonreala

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