martes, enero 03, 2012

Convertir la esperanza en realidad : Guillermo Fabela Quiñones



Apuntes
Por Guillermo Fabela Quiñones
Convertir la esperanza en realidad


El año 2012 comienza con la esperanza de que la derecha en el poder sea derrotada en las urnas. Lograrlo es factible, porque el binomio de fuerzas conservadoras agrupadas en el PRI y en el PAN nada tiene de positivo que ofrecer al país. Sin embargo, ante el riesgo de perder prebendas, fueros y privilegios extraordinarios, no debe descartarse la posibilidad de un monumental fraude electoral. De ahí el imperativo de que las fuerzas progresistas no sólo caminen unidas firmemente, sino preparadas para contener las tentaciones de la derecha de incurrir en prácticas fraudulentas.
Es por demás obvio, que las fuerzas de la reacción no cuentan con un candidato idóneo capaz de convencer a la masa de votantes de clase media y clases populares. No ante la claridad ideológica y la firme convicción democrática de Andrés Manuel López Obrador. En consecuencia, tanto priístas como panistas habrán de apostar por los mecanismos que ya en el pasado han mostrado ser útiles para sus fines espurios: compra de votos y de conciencias; avalanchas de espots engañosos que será imposible monitorear por parte de la autoridad electoral; manipulación cibernética de las cifras por especialistas, etcétera.


Es mucho lo que estará en juego en los comicios de julio próximo, por eso no cabe descartar ninguna posibilidad, por parte de las fuerzas conservadoras, de las muchas que pueden esgrimirse para mantenerse en el poder. El PAN, incluso, hará uso del jerarca que lidera a la Iglesia católica para convencer al pueblo de que su abanderado es la mejor opción. El político disfrazado de religioso, llamado Benedicto XVI, vendrá en marzo dizque para oficiar misas, pero son inocultables las verdaderas intenciones de su viaje a nuestro país. Por su lado, el PRI hará lo que sea necesario para regresar a Los Pinos, incluso dejar en el camino a Enrique Peña Nieto, una vez que sea por demás obvia su incapacidad para seguir adelante en una contienda que los priístas tienen perdida. Los procedimientos para lograrlo serán lo de menos, con tal de generar apoyos en el electorado.
La gran masa de votantes debe tener bien claro que dejar que la derecha siga en el poder significará la ruina del país. Las fuerzas que la integran no tienen un mínimo compromiso con México y con la sociedad mayoritaria, sino con los grupos de poder trasnacional que tienen propósitos que sólo pueden calificarse de criminales, pues no son otros que acelerar la desaparición de la población que consideran “prescindible”, que casualmente se encuentra mayoritariamente en los países del llamado tercer mundo.
Viene al caso citar a Hannah Arendt, cuyas siguientes palabras cobran una notable actualidad: “La temible coincidencia del moderno y explosivo incremento de la población mundial con el descubrimiento de medios técnicos que, a través de la automación, darán a amplios sectores de la población el carácter de ‘superfluos’, incluso desde el punto de vista laboral, y que, por medio de la energía nuclear, permiten hacer frente a esta doble amenaza, con instrumentos en comparación con los cuales las instalaciones de gaseamiento de Hitler parecen un juguete para el uso de niños con malas inclinaciones, debiera ser suficiente para inducirnos a temblar”.
Esto fue escrito por la filósofa judía en 1963, en el libro donde analizó el juicio del Estado israelí al nazi Adolf Eichmann, veinte años antes de que mentes perversas y demoníacas inventaran un procedimiento menos alarmante que la energía nuclear, pero igual o peor de desastroso contra el género humano: el neoliberalismo. Luego de tres décadas de haber sido puesto en práctica, las consecuencias están a la vista. Lo verdaderamente alarmante es que las fuerzas que lo impulsan están decididas a llevarlo a sus últimas consecuencias, como lo estamos viendo en Europa. En Grecia, en Italia y en España, las oligarquías en el poder están siguiendo al pie de la letra las recetas neoliberales que habrán de acelerar el dramático empobrecimiento de sus pueblos, con el fin de que los “prescindibles” pasen al otro mundo lo más rápido posible.
Esto sólo podrá evitarse en la medida que haya cada vez más “indignados” en el mundo, pero bien organizados para dar una lucha política de largo alcance contra fuerzas decididas a usar todo tipo de recursos. Así como las corrientes demoníacas detrás del neoliberalismo actúan de manera consensuada, asimismo los pueblos del orbe deben tener claridad sobre el poderoso enemigo a enfrentar, independientemente de su nacionalidad. El neoliberalismo no tiene fronteras, sólo el objetivo único de acabar con la población “prescindible” del planeta. Sin este mecanismo de política económica, sus beneficiarios no tendrían otra alternativa que recurrir a los burdos procedimientos de Hitler. Los mexicanos no tendremos otra oportunidad de frenar tan criminal estrategia que las elecciones del próximo mes de julio. De ahí el imperativo de votar por el Movimiento Progresista.
(guillermo.favela@hotmail.com)

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