martes, diciembre 20, 2011

Educación para transformar a México : Jorge Canto Alcocer



Educación para transformar a México
Jorge Canto Alcocer
Al iniciar formalmente su camino rumbo a la Presidencia de la República, Andrés Manuel López Obrador refrendó de nuevo su compromiso con la educación, señalándola como pilar fundamental para la transformación del país.
“Ni un solo joven se quedará fuera de la universidad pública”, proclamó nuestro líder y candidato en el primer mitin de la nueva campaña, una declaración contundente, viable y que confronta absolutamente la visión que la oligarquía le ha intentado implantar a nuestro sistema educativo desde hace más de 30 años, cuando la instauración del neoliberalismo.
¿Es casual que la izquierda insista en el apoyo a la educación universitaria, mientras las derechas le apuesten a una educación técnica, antihumana, desprovista de crítica y de profundidad? Por supuesto que no. Esa derecha oscurantista y neofeudal ha ambicionado destruir a la universidad pública desde hace décadas, desde que de sus filas emergiera el poderoso movimiento estudiantil de 1968, y se integraran al país, de una u otra manera, miles de jóvenes profesionistas con un alto grado de conciencia social y un importante compromiso ético.


El propio Andrés Manuel y muchos de los líderes democráticos de la izquierda mexicana son parte de esas generaciones de profesionistas que, desde las universidades públicas, hemos luchado por transformar a una sociedad injusta y desigual. En cambio, los cuadros formados en las universidades privadas, muchas de ellas de un conservadurismo recalcitrante, y otras ubicadas geográficamente en el Estado Imperial, han trabajado con denuedo y precisión para desmantelar los cimientos de la intelectualidad y la honestidad, y proteger de este modo un status quo de corrupción, injusticia y degradación.
No podemos entender de otro modo las diversas contrarreformas educativas, supuestamente basadas en modelos pedagógicos probados internacionalmente, pero que en realidad únicamente han servido para hundir al sistema educativo mexicano en niveles de inaudito oprobio. En el mismo tenor está la política antisindical que se ha llevado en los gremios magisteriales, en la cual sobrevive un charrismo reaccionario en la educación básica, mientras que en la educación superior vivimos el aburguesamiento de sindicatos anteriormente combativos, así como la plena inhibición al surgimiento de organizaciones en las universidades de nueva creación. Para el caso de los grupos estudiantiles, la corrupción, la ignorancia y el nihilismo son, hoy por hoy, signos comunes.
En la banalización que estamos viviendo, los peinados de Peña Nieto y los vestidos de Vázquez Mota, así como los muy explicables yerros lingüísticos y soberanas estupideces que en los medios vierten los candidatos de una oligarquía que pretende seguir condenando a la sociedad mexicana a la ignorancia de las telenovelitas, los futbolitos y los actorcitos son el pan de cada día. La única voz discordante es la de nuestro líder, que, una y otra vez, con la terquedad de su ineludible compromiso con México, señala sin ambages los verdaderos problemas que nos aquejan, y plantea respuestas a los mismos.
Que todos nuestros jóvenes tengan acceso a la educación superior, y que esta sea de calidad, humanista, progresista, será una realidad si los mexicanos nos decidimos a lograrlo. Personas conscientes, críticas, comprometidas, son la condición para un país justo y humano. Vale la pena luchar por ello, la jornada de julio próximo será el primer paso con ese rumbo.

No hay comentarios.: