jueves, diciembre 02, 2010

Jaime Ornelas Delgado : Alianzas con la derecha

TENDAJÓN MIXTO
Alianzas con la derecha
Jaime Ornelas Delgado


El lunes pasado escuché a un diputado local electo, que se autonombró de izquierda, exponer el argumento más sorprendente para justificar la alianza político–electoral que su partido estableció con la derecha en Puebla “para detener al Partido Revolucionario Institucional (PRI)”.

Ya antes había oído decir que era mejor que gobernara la derecha –y para muestra está el gobierno de Felipe Calderón–, la condición que la continuidad o el retorno del PRI al poder. Esta explicación parte de reconocer que la izquierda no es opción, y que la alternativa para el país está entre el PRI y sus caciques o el Partido Acción Nacional (PAN) y sus sacristanes; sin embargo, la nueva elaboración “teórica” de la izquierda envilecida rebasa todo cálculo. En efecto, palabras más palabras menos, señaló el diputado de marras: “la alianza se hizo porque reconocemos la capacidad de la derecha para crear riqueza y nosotros, la izquierda, sabemos como distribuirla”. Para tan distinguido teórico de la izquierda, ese mundo ideal puede permanecer por toda la eternidad. ¿Para qué cambiar?


Pero, este diputado olvida, o no sabe de plano, que la riqueza no la crea la derecha, es decir, los patrones, sino que es la naturaleza la que proporciona la riqueza –expresada en valores de uso– y los trabajadores quienes crean el valor de las mercancías. De esta manera, en el capitalismo los obreros sometidos a la explotación por el capital son clase en sí, puesto que objetivamente sufren una doble enajenación: la de su fuerza de trabajo como de las mercancías que producen, aunque no tenga conciencia de su condición de explotados. En consecuencia, los partidos de izquierda tienen el compromiso político irrenunciable de contribuir a transformar a la en clase obrera de clase en sí en clase para; es decir, una clase revolucionaria que, aliada con otros sectores emergentes, luche en contra del capitalismo y construya una nueva sociedad, la sociedad socialista.

En pocas palabras, los únicos creadores de valor son los trabajadores, poseedores y vendedores al capital de una mercancía especial, su fuerza de trabajo, que además de reproducir su propio valor genera un excedente de valor del que se apropia el capitalista.

El modo de producción y consumo capitalista para funcionar requiere la concentración del capital en unas cuantas manos –que es el origen de los monopolios– y de ninguna manera en la distribución de la riqueza. Simplemente, no es su esencia; su esencia es la desigualdad entre las clases y las naciones. Aún más, la actual reestructuración del capitalismo tiene como sustento la disminución del salario y las prestaciones de los trabajadores; a su vez, la expansión capitalista ha reiniciado la expoliación de las riquezas minerales de los países subdesarrollados (como Chile y Perú, naciones cuyo crecimiento económico depende ahora de la explotación de minerales en minas a cielo abierto y la destrucción ecológica que conlleva esta barbaridad); lo primero, la reestructuración del capitalismo, profundiza la desigualdad social, lo segundo, la expansión capitalista, aumenta la dependencia de nuestras naciones hacia las metrópolis imperiales.

En esta realidad capitalista, los partidos de izquierda no pueden aliarse con un partido de derecha –todos ellos representan los intereses de la burguesía– para enfrentar a otro partido de derecha; la izquierda debe enfrentar a los dos. Es como si la izquierda se aliara con un partido nazi para enfrentar a otro fascista. ¿Cuál es la ganancia? Con ambos pierde la izquierda, pierden los trabajadores, se enseñorea el pensamiento único, el dogmatismo, la exclusión, el fanatismo, la cancelación de los más elementales derechos humanos, democráticos y humanos, así como la criminalización de la lucha social y la persecución de sus organizaciones.

Quienes se aliaron con la derecha y siguen dispuestos a aliarse con ella en 2012 deben responder a las siguientes preguntas: ¿Acaso cuentan más los muertos que provocó el régimen de partido casi único, que los asesinados bajo el panismo? ¿Cuál es la diferencia entre el atraco cometido por el priismo contra el pueblo de México en 1988, cuando Carlos Salinas se hizo de manera ilegítima de la presidencia de la República, con la puñalada trapera que nos asestaron el PAN y la mafia que se adueñó del poder en 2006? ¿De verdad unos son mejores que otros?

Finalmente, hay que avisarles a los aliancistas de la izquierda envilecida que los panistas encabezados por Felipe Calderón han logrado ya la restauración si no del PRI en el gobierno, sí la de un Estado no democrático –tanto o más que el del nacionalismo revolucionario– y la militarización del país que se enmascara detrás de la guerra contra la delincuencia organizada, que dice Calderón va ganando su gobierno.

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