lunes, marzo 08, 2010

María Teresa Jardí : La igualdad nos hará libres

La igualdad nos hará libres



María Teresa Jardí

Si tomamos prestado el lema que dice aquello de que: “La verdad os hará libres”. Si lo tomamos prestado y le cambiamos verdad, por igualdad, quizá, las mujeres alcancemos también la libertad, que, a fin de cuentas, es la aspiración, y si no lo es de muchas, tendría que serla de toda persona que quiera encontrar sentido a la vida que cada vez, para más millones, va apareciendo como una espiral sin fin de hechos sin lógica e incluso, a veces sin justificación alguna. La igualdad nos hará libres o, al menos, nos ayudará en el difícil camino empedrado que transitamos juntos hombres y mujeres.

El destino elegido para las mujeres por los hombres y muchas veces por las propias mujeres, pareciera que es el de la discriminación sin apelantes por nuestras características físicas. La celebración misma del Día de la Mujer es una forma de discriminación por el hecho de no ser hombres. Envidiadas por los hombres y también por ellos manipuladas. Día conmemorativo que tendría que serlo de la humanidad entera que sufre, por igual, ejecuciones y un sinfín de crímenes que al mundo destruyen con inconcebible vileza. O mejor aún, no serlo. Porque, a fin de cuentas, en general las conmemoraciones, a las que se asignan días, nos remiten a fechas comerciales, como la del Día de la Madre, aberrante, por economista, o a represiones y cargas de trabajo de costureras mal pagadas que, en igualdad de condiciones, habrían ganado lo mismo que los trabajadores hombres, también explotados y por eso, quizá, si en lugar de querer justificar nuestro sexo, la lucha fuera por la libertad de todos, partiendo de la igualdad, en lugar de retroceder daríamos a la humanidad la oportunidad de enfrentar, hombres y mujeres juntos, codo a codo, como uno solo, al enemigo común de todos que es el sistema impuesto por intereses económicos de mafias canallas que, apoderadas del mundo, destruyen también la fauna y la flora sin piedad alguna.
Una psiquiatra amiga solía decir que la mujer misma propició la discriminación que sufre cuando se dio cuenta de que era ella, y no ellos, la que tenía el poder de construir en su vientre otra vida.
Poco se ha avanzado en el combate a discriminaciones que, incluso, implican mutilaciones de los órganos sexuales desde niñas. La burka sigue siendo impuesta a las mujeres. Condenable la burka cuando es impuesto su uso y no voluntaria la llevada de la misma. Que cuando voluntaria es igual de respetable que ir con mantilla a misa o el haber dejado de usar velo incluso sobre la cara en señal de duelo. La burka impuesta a las mujeres, de manera igual de canalla, aunque no tan literal, en Occidente. En tanto no luchemos juntos como uno solo, me temo que no será posible la libertad para todos. Y sin libertad la igualdad tampoco existe. Aunque se nos diga que sí y aunque nos lo creamos, a veces.
El trabajo de la mujer siempre cuesta lo doble, porque al trabajo mismo hay que añadir siempre la demostración de que se sabe y de que se puede. A pesar de que tratándose de maldad, demostrado está que no hay hombre que gane a la mujer en su capacidad de perversión inaudita. Basta, como ejemplo, la tragedia que para un pueblo entero supone una mujer perversa: Elba Ester Gordillo. Calderón no sería, sin la Gordillo. Y lo que nos cuelga por ver avalado por la mano de esa monstruosa mujer que ya no se conforma con la SEP y ya va a por los estados mexicanos empezando por Veracruz. ¡Lo que nos falta por vivir del calvario que se seguirá imponiendo a los mexicanos de la mano de esa siniestra mujer!
Pero claro que también para bien, superlativas son las mujeres. Hace unos días se cumplía un aniversario más de la muerte de Gladys Marín, la inmensa presidenta del Partido Comunista de Chile y ahí están como otra muestra de la grandeza de las mujeres que eligen el camino correcto: Dolores Ibarruri, mejor conocida, como “La Pasionaria” y la madre Teresa. Rosario Ibarra y Conchita Avendaño. Y, por nombrar a una yucateca Amparo Ochoa y Ofelia Medina, por poner otro ejemplo de una mujer, como Rosario, aún viva. Mujeres comprometidas con las mejores causas. Y ni qué decir de las calladas misioneras franciscanas o de las calladas también, muchas veces, compañeras de hombres gigantes. De las religiosas de otras órdenes que, a pesar del maltrato que a veces reciben de los curas, no cejan en su afán de buscar una mejor vida para el otro convencidas de que otro mundo es posible como lo estamos también muchas madres, hijas, nietas y abuelas… Para todas, feliz día.

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