martes, marzo 09, 2010

Guillermo Fabela Quiñones : Siguen echando gasolina al fuego

Siguen echando gasolina al fuego

Guillermo Fabela Quiñones

Apuntes

En tanto se calienta el medio político por el tema de las alianzas, sigue su marcha la escalada de precios que afecta a la sociedad mayoritaria. En una década el precio de la gasolina Magna se incrementó 67.8 por ciento, al costar desde el sábado 8.04 pesos, más cara ya que su equivalente en Estados Unidos que se cotiza en 8.01 pesos. Cabe afirmar que literalmente se le está echando gasolina al fuego del descontento popular por el alto costo de la vida, situación que no se vivía desde los años treinta del siglo pasado. Y si a ello agregamos la tremenda inquietud por el rumbo incierto de la vida política nacional, tenemos una peligrosa bomba de tiempo que podría estallar en cualquier momento, con una gota que sirva para derramar el vaso de la violencia social largamente contenida.

Porque una cosa es la violencia proveniente de la descomposición social, y otra muy distinta la que surge cuando una sociedad se harta de los abusos de que es víctima por parte de una elite burocrática insensible, como sucede actualmente en México. El problema se agudiza cuando confluyen ambas formas, situación que cada día es más clara en el territorio nacional. De ahí los intentos de legislar para legalizar la intervención del Ejército Mexicano en calidad de fuerza represiva que frene, criminalizándolo, el lógico descontento social ante una realidad muy injusta. Obvio es que de concretarse tal desatino las consecuencias serían catastróficas, y como van caminando los asuntos públicos pareciera que no habrá otra salida.
No deja de asombrar la terquedad del grupo en el poder en seguir actuando de manera por demás irresponsable, como lo ejemplifican los hechos. En todos los ámbitos su comportamiento es el mismo, sin ponerse a pensar en las consecuencias de tamaño despropósito. Le siguen apostando a la enorme capacidad de tolerancia de las masas, a su desorganización y falta de liderazgos, a que no tienen memoria y están tan idiotizadas por la televisión que carecen de raciocinio. Hay mucho de verdad en ello, pero tal realidad opera cuando se come cuando menos una vez al día, pero cuando no es así, como sucede ya en muchas partes del país por los altos niveles de pobreza extrema alcanzados a la fecha, el hambre y la desesperación significan un extraordinario elemento que politiza y contribuye a una pronta toma de conciencia.
De ahí la inoperancia del viejo discurso vacío de contenido que sigue utilizando Beatriz Paredes Rangel, que choca frontalmente con la realidad. Así quedó plenamente probado en Durango, donde se produjo una alianza inexplicable pero que finalmente sí tiene explicación. Al mejor candidato del PRI se le hizo a un lado, como ha sido frecuente en otros procesos electorales (Sinaloa es otro ejemplo a este respecto el día de hoy), y con sentido de la oportunidad las fuerzas opositoras lo pescan literalmente para hacerlo su abanderado. Esto es natural que suceda, lo ha sido sin mayores consecuencias en otros momentos de nuestra historia contemporánea. Lo que ahora ocurrió es que las negociaciones previas a las alianzas fueron mezcladas con temas ajenos a lo electoral.
Esto es lo que no se vale, sí en cambio es válida la coalición que postuló al ahora ex priísta José Rosas Aispuro Torres, quien participa en el proceso como candidato ciudadano, no como miembro de uno de los partidos que integran la coalición. Se dio así una paradoja demostrativa de lo complejo de los tiempos que corren en el país, ya que el candidato del PRI, que fue avalado por la misma Beatriz Paredes, es un mediano empresario sin ninguna experiencia política, cuyo único mérito es ser amigo del gobernador saliente, Ismael Hernández Deras. Aun así, la líder del partido tricolor afirmó que “fue un acierto del priísmo de Durango seleccionar como candidato a (Jorge) Herrera Caldera.
No es fortuito que cada vez haya más voces dentro del PRI pidiendo la renuncia de Paredes: es la consecuencia de sus compromisos con oligarquías provincianas que agravan aún más sus desaciertos políticos. Sin embargo, con su capacidad discursiva dice sin ambages: “Es responsabilidad de la dirigencia nacional hacer todos los esfuerzos para que nuestros militantes no se vayan del partido, especialmente los cuadros sólidos, convincentes, con una valía en sus entidades”. Pero con sus hechos se desmiente a sí misma, al actuar en sentido contrario al de sus palabras. Tal complejidad, innecesaria, se produce ante la perversidad de los poderes fácticos para mantener sus privilegios. Otra cosa sería la vida en México si la burocracia dorada cumpliera sus responsabilidades con un elemental sentido social, gobernara para todos y entendiera el papel histórico que le corresponde en una etapa crucial como esta que estamos viviendo, que no es otro que fortalecer sanos equilibrios que neutralicen y minimicen riesgos de mayor violencia, la social y la que se produce por el hartazgo ante tanto abuso de la oligarquía.


(gmofavela@hotmail.com)

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