miércoles, marzo 10, 2010

Guillermo Fabela Quiñones : Las causas de la parálisis

Las causas de la parálisis

Guillermo Fabela Quiñones

Apuntes

Es verdad que México está paralizado, como afirma el presidente del Consejo Coordinador Empresarial, Armando Paredes Arroyo, pero no es por culpa sólo del Congreso como afirma, sino que buena parte de tal situación es producto de la falta de solidaridad de la elite con el país. Se llegó a esta realidad porque la falta de crecimiento es ya una poderosa camisa de fuerza que impide la movilización de la sociedad con una finalidad productiva. México es víctima de la ceguera, voracidad y egoísmo de una oligarquía de muy corta visión, motivo por el que ahora se vive una crisis generalizada que comienza a preocupar a sus principales causantes, quienes ahora pretenden culpar a los diputados de un fenómeno que ellos mismos propiciaron.


Esta situación no es por falta de un marco legal idóneo, sino por la necedad de no permitir que la nación se desarrolle con los equilibrios elementales que son indispensables para evitar la parálisis productiva y los demás fenómenos concomitantes. Era obvio que algún día se presentara la crisis que estamos viviendo y que se habrá de agravar, necesariamente, pero no por falta de un eficaz trabajo legislativo, sino de una estructura económica dedicada básicamente a facilitar una rápida acumulación de capital en cada vez más pocas manos. Lo dramático del caso es que pretenden que la situación se grave todavía más, pues no otra cosa podría suceder con las apetecidas reformas estructurales que según el CCE serían la panacea para superar la parálisis.
Tal forma de ver la realidad sólo demuestra el egoísmo que caracteriza a la oligarquía del país, al no querer aceptar el imperativo ineludible de cambiar un modelo económico que sólo ha propiciado más pobreza, más desempleo, mayor carestía generalizada y una descomposición social que amenaza convertir a México en una nación caótica, sin rumbo ni perspectivas. De ahí que valga decir que su preocupación no es por el futuro de la nación, sino porque ven amenazados sus privilegios por la incapacidad del Ejecutivo y del Legislativo para endurecer un aparato represivo que les garantice la paz que anhelan, basada en un Estado dictatorial donde las clases mayoritarias existan sólo para producir conforme a los dictados e intereses de la oligarquía.
Según Paredes Arroyo la inmovilidad actual está claramente vinculada a la agenda electoral. Nada más falso, porque el problema no es por falta de leyes, sino porque no se cumplen las existentes, sobre todo si propician sanos equilibrios socioeconómicos. Por eso es muy preocupante la amenaza que hizo en conferencia de medios, para denunciar la parálisis y anunciar que presionarán a los legisladores para aprobar las reformas pendientes. Seria gravísimo que tales presiones se llevaran a la práctica, tal como lo dejan ver las palabras del dirigente empresarial, pues se complicaría aún más una realidad altamente explosiva. Es el colmo que no lo vean así, cuando es por demás evidente la necesidad de aligerar presiones sociales para fortalecer la capacidad de aguante de las clases mayoritarias.
Vale la pena preguntarse a qué se refería Claudio X. González al exhortar a los legisladores a “no seguir perdiendo el tiempo” y “no seguir siendo rehenes de los procesos electorales”. Desde el punto de vista de la sociedad en su conjunto, perder el tiempo en el Congreso es no legislar para reducir las tensiones sociales, al borde ya del estallido por los abusos de la oligarquía y de la burocracia dorada. Bajo la mirada empresarial, seguramente porque no se concretan reformas que legalicen un Estado de excepción, donde las clases mayoritarias no tengan derechos elementales ni las mínimas garantías individuales. Como seguramente a esto último es a lo que se refiere el poderoso oligarca, no hay más que concluir que la voracidad que alimenta su quehacer público impide una visión objetiva de la realidad nacional.
Mientras no quieran entender que lo urgente es liquidar un modelo económico caduco e irracional, altamente explosivo por sus consecuencias, nada impedirá que vivamos tiempos cada vez más críticos. No es fortuito que a partir de la instauración del neoliberalismo la nación camine en reversa en todos los campos. Cabe puntualizar que los tiempos del Consenso de Washington, no deben ser los del país, menos en esta hora tan peligrosa cuando más de la mitad de la población vive en condiciones de grave pobreza, cada vez más lacerante. El gran peligro para México es la voracidad de una oligarquía incapaz de comprender que llegó la hora de parar tanto abuso en contra de las clases mayoritarias, pues todo tiene un límite, más aún cuando se abusa de millones de familias que sobreviven en condiciones infrahumanas. Por eso debieran reflexionar un poco los miembros del CCE, y darse cuenta que nadie saldría ganando el día en que colmen la paciencia de esos millones de desheredados sin futuro ni perspectiva alguna de mejoría.

(gmofavela@hotmail.com)

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